lunes, 30 de marzo de 2015

Podemos y el independentismo

Se acostumbra a explicar el auge del soberanismo independentista catalán por el fracaso para alcanzar una articulación territorial que permita un encaje de Catalunya y satisfaga, a su vez, a esa parte de la sociedad catalana que reclama más cuota de autonomía. Se ha señalado la sentencia del Tribunal Constitucional del 2010 sobre el Estatut de Catalunya como el momento catalizador de un proceso secuencial de radicalización de los posicionamientos soberanistas. Sin embargo, si se analizan los datos demoscópicos del Centre d'Estudis d'Opinió se puede comprobar cómo, además de la sentencia, existe otro momento en el cual al apoyo al independentismo y el sentimiento independentista crece y que coincide con el ascenso al poder del gobierno del PP y la implementación de una serie de políticas de recortes sociales justificadas como consecuencia de la crisis económica. Este hecho parece indicar que existe otra causa que explica el aumento del apoyo a la independencia en Cataluña, esto es, la crisis económica y sus consecuencias sociales.

El conocido como proceso de transición nacional fue ideado, desde su inicio, como una disputa por la opinión pública. El soberanismo se ha esforzado en construir un relato atractivo del proceso que fuera capaz de atraer no tan sólo a los convencidos, sino también a aquellos que hasta ese momento se habían mostrado reticentes, dudosos o simplemente no se sentían interpelados por el soberanismo.. Para construirlo se ha recurrido a elementos de la psicología positiva, esto es, presentar el futuro del proyecto político planteado como algo positivo y alcanzable atendiendo al voluntarismo  de los actores-ciudadanos implicados en el mismo. Han sido frecuentes la utilización de imágenes-relato que incidían en ese aspecto: el viaje como metáfora del proceso y la unidad, la voluntad y la creencia como requisitos para alcanzar el objetivo

Esta apelación a la voluntad de los participantes como solución a los problemas, así como presentar
un futuro ideal en caso de poder ejecutar el proyecto político, es algo que comparten el soberanismo
catalán y Podemos. En efecto, Podemos surgió con una estrategia comunicativa muy definida:  nace con el afán de ser un proyecto de éxito y por ese motivo su estrategia comunicativa es prioritaria en su estrategia política. Podemos analiza el contexto de crisis de representación política y crisis económica que tuvieron expresión en las movilizaciones del 15M, tiene en cuenta el contexto de crisis conceptual de la izquierda clásica y de la socialdemocracia, y se presenta como capaz de dar respuesta a las crecientes demandas de mayor participación política de la ciudadanía y de ofrecer una aparente nueva forma de organización en consonancia con esas demandas.
Se trata al fin y al cabo de dos proyectos que, de forma diferente, ofrecen romper con el “status quo”, con una situación social que es percibida negativamente por gran parte de la ciudadanía. Ambos proyectos basan parte de su crecimiento en ser capaces de ofrecer un relato que pretende ser solución a las consecuencias de la crisis económica: por la vía de un aumento de recursos económicos y la construcción de un nuevo Estado por parte del soberanismo y por la vía de acabar con los privilegios de una difusa “casta” y modificar sustancialmente el funcionamiento de las instituciones, por parte de Podemos. Ambos proyectos comparten, a su vez, un elemento que explica en parte su éxito: relatar que el contexto es el adecuado para que los proyectos puedan llevarse a cabo. Podemos y el independentismo construyen relatos que intentan expresar que la situación política, social y económica actual es una ventana de oportunidad que puede permitir que sus planteamientos se lleven a cabo. Ideas que en otro momento pueden ser percibidas como irrealizables, son presentadas como alcanzables si consiguen el apoyo necesario. Todo es cuestión de voluntad.

La relación inversa entre ambos proyectos se ha hecho evidente en Cataluña. En cuanto Podemos alcanzó buenos resultados en las elecciones europeas de mayo, el discurso soberanista empezó a vislumbrar el riesgo potencial que un crecimiento de Podemos puede tener para sus planteamientos. A medida que les encuestas han ido mostrando un mayor apoyo a Podemos, el nivel de confrontación del soberanismo hacia Podemos ha ido incrementándose en intensidad, alcanzando su cenit en la visita de Pablo Iglesias a Catalunya. La interpelación directa del líder de Podemos a la CUP haciendo mención al gesto de abrazo entre David Fernández  y Artur Mas, venía a resaltar, mediante la apelación a una imagen, el hecho que un partido de izquierda alternativa ha convergido políticamente con un partido de centro-derecha o derecha por la cuestión nacional. Esta acusación fue contestada con alusiones a Podemos como nueva forma de lerrouxismo poco sensible a las reivindicaciones soberanistas o bien directamente mediante acusaciones de ser  "quintacolumnismo" del nacionalismo español más centralizador.

Podemos es visto como un riesgo potencial por el independentismo por dos motivos: en primer lugar porque rompe la lógica de un gobierno central insensible a las demandas de mayor autodeterminación provenientes de Catalunya. El auge del independentismo es explicado, en parte, por la negativa por parte de los principales partidos españoles, PSOE y PP, a aplicar fórmulas intermedias de descentralización política, tales como el federalismo, así como a reconocer mayores cuotas de autogobierno y el derecho a la autodeterminación. Los independentistas temen que la aparición de un partido con posibilidades de ser decisivo en la gobernabilidad de España que, a su vez,  trasmite una mayor sensibilidad hacia Catalunya puede volver a hacer factible y, por lo tanto recabar apoyos, para la llamada tercera vía.

En segundo lugar, Podemos representa una nueva alternativa para aquellos ciudadanos descontentos con la situación política, social y económica, que habían podido ver en la independencia, y por lo tanto en el proceso de construcción de un nuevo estado, una posibilidad de cambiar el marco institucional y las condiciones sociales y económicas.
En qué medida será capaz de afrontar Podemos el reto nacional planteado desde Catalunya de forma que no le haga perder apoyos en el resto del Estado es una de las incógnitas que nos depara el futuro político inmediato. Podemos ha iniciado un viaje hacia la centralidad desde las elecciones europeas del pasado mayo. Hasta qué punto este viaje al centro le acerque al centralismo tendrá importantes implicaciones. 
Asimismo, el reto que supone Podemos al proceso de transición nacional iniciado por los independentistas explica el avance electoral en Catalunya y, probablemente, explica en parte también el ligero declive del apoyo ciudadano a su proyecto político que parecen apuntar la últimas encuestas.



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